Quiénes somos, de dónde venimos, adónde vamos

Quiénes somos, de dónde venimos, adónde vamos
Ricardo Carpani, 1991, acrílico sobre papel

03/03/2011

VARGAS LLOSA : Banderín ultraliberal para la 37ª FERIA DEL LIBRO

02.03.11

Por las razones que sea, Mario Vargas Llosa …
... pero ya no importa cuándo se jodió Vargas Llosa
por Roberto Páez González


Mario Vargas Llosa fue invitado a inaugurar la Feria del Libro de Buenos Aires. Horacio González, director de la Biblioteca Nacional, escribió una carta al presidente de la Cámara Argentina del Libro, Carlos de Santos, para quejarse por ello; la presidenta Cristina Fernández de Kirchner pidió al director de la Biblioteca Nacional preservar “la vocación de libre expresión de ideas políticas en la Feria del Libro” y ya numerosos escritores argentinos se inscribieron en esa polémica que conlleva los contrastes de la batalla cultural que tiene lugar en nuestro país.

La apertura de la 37ª edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires es, pues, un motivo para que las ideas de que disponemos acerca de valores culturales, ejercicios democráticos y pluralidad política se pongan de manifiesto y se animen en ámbitos públicos.

Vargas Llosa es muy conocido en Argentina porque desde hace mucho sus libros son llevados y traídos por el vasto público lector nacional. A lo que se suma la influencia de su fama internacional, coronada por el reciente Premio Nobel que se le otorgó.

Pero si bien comenzó a hacerse conocer entre otros escritores latinoamericanos -y más bien de izquierdas- en los años sesenta, después abrazó causas de derecha hasta convertirse en uno de los adalides del neoliberalismo y trazar puentes visibles e invisibles con los autores de las peores tropelías políticas y beligerantes, como al identificarse en diversas facetas con cada uno de los célebres personajes de la foto de las Azores, en la que todos parecen ser los que ríen mejor*.

Así como se dice a veces que bajo el neoliberalismo es el mercado el que estructura al Estado, también se nota que es el mercado el que estructura la actividad cultural y la idea de democracia y pluralismo que flota en boga. La Feria ha de ser un espacio plural y un ejercicio democrático… ¡ah, sí! No sea cosa que nos cuelguen el sambenito de excluyentes…

Pero acierta la Presidenta al afirmar, en su carta a Horacio González que “no puede dejar la más mínima duda de la vocación de libre expresión de ideas políticas en la Feria del Libro, en las circunstancias que sean y tal como sus autoridades lo hayan definido”.

Podemos. Pero podemos comprenderlo y debemos también –en todos nuestros diversos ámbitos- abordar las supercherías ideológicas del ilustre abanderado del liberalismo extremista.

Coincidimos con nuestra Presidenta en que “no es concebible la vida literaria y el compromiso con la ensayística social sin un absoluto respeto por la palabra de los escritores –o de cualquier ciudadano–, cualquiera sea su significación o intención”, pero tomemos nuestros micrófonos, montemos sobre tarimas o escalones, digámoslo sobre las “mesas que nunca preguntan”: tenemos una visión completamente distinta de la de Vargas Llosa en lo que hace al neoliberalismo, a Latinoamérica y al mundo, en lo que es su lenguaje directamente político.

El malestar que nos produce es fecundo. Nuestros intelectuales tienen que expresarse porque el pensamiento nacional y el pensamiento auténticamente independiente luchan contra los subproductos comunicacionales del marketing mediático global.

No ignoramos ni subestimamos los méritos literarios de la novelística de Vargas, pero no nos pasa desapercibido que los pone deliberadamente al servicio de intereses ideológicos y políticos perniciosos para el pueblo argentino, latinoamericano y del mundo, pasando -como pasa- Vargas Llosa su pomada liberal a ultranza, despreciativa y con disimulado desdén racista en ocasiones, como en el caso de sus críticas a la democracia boliviana bajo la presidencia de Evo Morales.

En efecto, hace poco, el 18 de diciembre de 2010, el vicepresidente de Bolivia, Alvaro García Linera, calificó al foro “El futuro de la libertad en un mundo global”, celebrado en esa semana en Santiago, como una “reunión de peculiares especímenes del parque jurásico conservador de la derecha política” iberoamericana, mencionando entre ellos a Aznar, Vargas Llosa y al ex presidente boliviano Jorge Quiroga (2001-2002), a quienes “le molesta la diversidad cultural y lingüística” del continente” y “se imaginan una sociedad latinoamericana inexistente”**.

El Nobel de 2010 -presidiendo la respectiva comisión investigadora- participó en la ocultación de los crímenes del 26 de enero de 1983 por parte del servicio secreto peruano en Ucchuraccay, en la región de Ayacucho, cuando fueron masacrados ocho periodistas, su guía y un campesino, lo que quedó impune.

Vargas Llosa -nacionalizado español y ahora marqués- después de haber perdido las elecciones presidenciales en Perú, en 1990, echaba pestes contra su país nativo y entre otras exquisiteces de su opinión política afirmó que la bandera indígena del Tawantinsuyu era una enseña gay, con lo que parecía burlarse de dos colectivos a la vez.

En su artículo “Asoma en la región un nuevo racismo: indios contra blancos” *** toma en solfa los liderazgos de Evo Morales y Hugo chávez, evocando souvenirs de la familia de Ollanta Humala, para decir que la raza se vuelve ideología y que de la mano de la izquierda boba emerge un racismo indio.

Virtuoso de la pluma -ya se sabe- le llama al estilo de peinado de Morales el de “fraile campanero” y menta qué excelente noticia es la nueva moda que parece desprenderse del éxito vestimentario de Evo en su gira europea “para los criadores de auquénidos bolivianos y peruanos y para los fabricantes de pulóveres de alpaca, llama o vicuñas de los países andinos, que así verán incrementarse sus exportaciones”. ¿Sorna umbría, por sobre el hombro, del europeo adoptivo, nobelizado y ennoblecido?

Sin duda, es un megáfono de lujo de grupos multinacionales que campean en encumbrados think tanks y altos mundos editoriales y mediáticos, propagando el credo del liberalismo como un verdadero opio de las clases medias latinoamericanas, para separarlas de las causas nacionales y populares de sus respectivos países y entregar a éstos a la depredación del capitalismo global financierista.

Cualquiera sea la relevancia que su presencia otorgue a la 37ª. edición de la Feria del Libro, creemos poder hacer frente a la patrañas ideológicas de este mentor del liberalismo acérrimo contra los gobiernos populares latinoamericanos a los que él denomina populistas. En cuyo caso, su paso rutilante habrá servido para demostrar la madurez de un pensamiento latinoamericano sólido, que no se deja embaucar por el contrabando insidioso de las fábricas de pensamiento único global.

Y también para tonificar los nuevos medios que están surgiendo para contrarrestar tanta mentira tan bien organizada.

En esta Buenos Aires eterna como el agua y el aire, donde unas proas vinieron a fundarnos y bolivianos y peruanos a ayudarnos a ser de nuevo Abya Yala y rechazar todos los genocidios perpetrados, los óleos del Bicentenario latinoamericano le dirán cuál es el misterio de la catedral a Zavalita.

Tanto en la Feria como fuera de ella -y antes y después- nuestros intelectuales ponen a prueba la capacidad de su compromiso con nuestro país y Nuestra América. Otros ya lo hicieron hasta pagando con sus vidas la lucha por el sueño americano de la Emancipación.

Si vemos, oímos y leemos a Mario Vargas Llosa, también recordamos, leemos y escuchamos las voces de Haroldo Conti, Paco Urondo, Rodolfo Walsh, símbolos de todos los que no pudieron seguir diciendo lo que pensaban.

Para solaz de la vieja derecha y tarea de la nueva, la presentación inaugural en manos de Vargas Llosa está configurada para que la ceremonia constituya un argumento de autoridad.

La decisión contraría los antecedentes puesto que siempre la inauguración estuvo a cargo de una figura representativa del ámbito literario nacional. La elección de Vargas Llosa para esta inauguración es una decisión excluyente. Y viciosa, porque ponerle obstáculos sería darle maíz a los perros, animales que no ponen.

Sabemos que la nueva derecha desea apoyarse en círculos intelectuales internacionales. Arteros son, pero miedo no les tenemos.

 
02.03.11

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** http://www.eldeber.com.bo/2010/2010-12-18/vernotaahora.php?id=101218181638

*** La Nación, 20.01.2006